Muy seguramente cuando eras niño jugaste «sigan al líder» o «el monito mayor». En el juego se elige un líder, todos los demás se colocan en fila india detrás de él y deben imitar cada movimiento que haga. Si salta a la izquierda, todos hacen lo mismo; si se agacha, también el resto; si grita, todo mundo grita. En este juego se ilustra un principio clave del liderazgo: La actitud, el comportamiento y las acciones del líder son más fuerte que sus palabras. Por mucho que el liderazgo se ha contemplado y debatido en los últimos años, su importancia como modelo a seguir rara vez se pone de relieve.
Líderes desconectados
Actualmente se le asocia con el término líder a quienes están asociados con el poder, estatus, conocimiento superior y prestigio; dignos de ser ejemplos y ser imitados. La gente que los sigue, a menudo tiene una actitud de «no tengo más remedio» que una de «cuál es la mejor forma de apoyarle»; más compromiso por cumplimiento que por inspiración.
En algunas ocasiones se le llega a poner a estas figuras en un pedestal y se mantienen un poco alejados de la realidad. Esto ocurre ya sea como resultado de su estilo y actitud, o como resultado de los seguidores que transforman a sus cabecillas en seres sobrehumanos… En la mayoría de los casos, por culpa de ambas cosas. Una vez que el líder comienza a vivir bajo reglas muy diferentes a los demás, la relación positiva con sus seguidores se desvanece y se desarrolla una brecha cada vez más notoria. Esto puede dar lugar a una dinámica de mando y control en la que domina el miedo y la manipulación, o puede resultar en un ambiente de trabajo sin disciplina, respeto ni orgullo. El líder y su equipo ejecutivo se mantienen trabajando y viviendo desconectados del resto de la organización y sin quererlo limitan el crecimiento de la misma.
¿Cómo se logra una relación positiva entre un líder y sus seguidores?
El líder debe ganar respeto y confianza poniendo el buen ejemplo para que sus seguidores lo admiren y aspiren a ser como él. Debe ser consciente del modelo que representa y reflejarlo constantemente en sus comportamientos, decisiones y respuestas. Además, debe estar abierto a aprender de la retroalimentación de los demás.
Cambiar y crecer
La mayoría de los líderes requieren un importante cambio de mentalidad y renovar sus compromisos con el desarrollo personal. El crecimiento es la dolorosa comprensión que nos enseña a asumir la responsabilidad de nuestras acciones, pensamientos y sentimientos. Una persona que es más consciente de sí misma se convertirá en un líder fuerte y auténtico.
No existe un manual o curso que pueda reemplazar el aprendizaje y el crecimiento que una persona obtiene con el autoconocimiento. Los líderes tienen que entender y aceptar que son un ejemplo para los demás, esto desarrollará su voluntad de cambiar y crecer. Recuerda que no podemos ser perfectos, pero si podemos tomar cada vez mejores decisiones.